Las Finanzas Conductuales son el área de las finanzas que analiza desde un punto de vista psicológico por qué las personas toman sus decisiones financieras en función de sus emociones, experiencias o creencias, en lugar de hacerlo en base a la información que tienen delante; lo que viene a ser decidir con el impulso y no con la razón.
Sus principales precursores han sido los psicólogos Daniel Khaneman (Premio Nobel de Economía en el 2002) y Amos Tversky; ambos elaboraron la Teoría de la Perspectiva (Prospect theory: Decision Under Risk) que afirma que en entornos de incertidumbre los seres humanos basan sus decisiones en sus percepciones y no en la lógica, dando lugar a lo que se conoce como sesgos cognitivos.
Los Sesgos Cognitivos
Los Sesgos Cognitivos son aquellos prejuicios que nos influyen a la hora de tomar decisiones y en consecuencia, nos llevan a actuar de modo distinto al dictado por la lógica.
En la entrevista que RTVE hace a Daniel Khaneman en su programa El Cazador de Cerebros, podemos tener una idea clara de lo que son.
Pero, ¿En qué medida los sesgos cognitivos influyen en nuestra economía familiar?
Lo hacen en todas y cada una de las decisiones que tomamos con nuestro dinero ya que todas ellas, sin excepción, están influenciadas por nuestras creencias, nuestros valores, las emociones que sentimos e incluso la intuición o el pálpito que tenemos a la hora de tomarlas.
Lo hacen en el qué, en el cómo y en el cuánto. En qué compramos o invertimos con nuestro dinero, en cómo lo gastamos y ahorramos y sobre todo en cuánto gastamos y cuánto ahorramos.
Los sesgos cognitivos no sólo afectan a los grandes inversores o a los gestores de cuentas, nos afectan a todos.
El sesgo de aversión a las pérdidas se pone en marcha cuando se da más más valor al «miedo a perder» que a la «probabilidad de ganar».
Este sesgo afecta a cómo los ahorradores invierten su dinero, y es especialmente latente en aquellos que pese a soportar a día de hoy una inflación superior al 10 %, evitan realizar cualquier inversión tan sólo por el miedo a perder dinero, por poco que éste sea.
Veámoslo con un ejemplo,
Pongamos que tenemos 100.000 € en una cuenta corriente y nos plantean invertir 10.000 € en un Fondo de Inversión de perfil arriesgado que ha dado una rentabilidad del 15 % anual los últimos cinco años. Obviamente invertir en ese fondo implica asumir tanto la probabilidad de ganar como la de perder.
El planteamiento es sencillo. Tenemos 100.000 € de ahorro y hay que decidir entre dejar los 100.000 € en la cuenta y no hacer nada, o mantener 90.000 € e invertir los otros 10.000 € en el fondo.
Si atendemos a los datos tan sólo se trata de ganar o perder hasta 1.500 €, el 1,50 % del total de nuestros ahorros, pero el sesgo de aversión a las pérdidas nos impide ver este 1,50 %, haciendo que sólo pensemos en la posibilidad de perderlo todo.
Al final, si nos dejamos influenciar por nuestro miedo a perder, dejamos pasar la oportunidad de ganar.
Sesgo de Exceso de Confianza
El Sesgo del Exceso de confianza se pone en funcionamiento cuando se cree saber más de lo que realmente se sabe.
Este sesgo afecta al cómo y al cuánto en lo que a inversiones se refiere. Aquellos inversores más arriesgados tienden a pensar que lo saben todo, e invierten mucho más dinero del que sería prudente en inversiones de alto riesgo. Sobrevaloran su conocimiento y experiencia e infravaloran los riesgos.
El aumento de la inversión en criptodivisas por parte de personas que no tienen unos mínimos conocimientos financieros es claro ejemplo de ello, aunque en este caso también hay muchos otros sesgos cognitivos que tiran fuerte de este carro.
Y aunque la influencia de este sesgo pueda ser cosa del ego, ésta puede tener implicaciones a nivel mundial, tal y como sucedió en septiembre del 2008 con la caída de Lehman Brothers – el cuarto banco de inversión de EE.UU.- debida principalmente a la fuerte inversión en hipotecas subprime que sus gestores llevaron a cabo a partir del año 2000, infravalorando los riesgos y sobre ponderando su exposición a los mismos.
Sesgo de Ilusión de control
El sesgo de ilusión de control aparece cuando creemos que dominamos una situación e incluso, que podemos influir en ella.
Al igual que el sesgo de exceso de confianza el de ilusión de control puede hacer que los inversores asuman riesgos innecesarios e incluso que se endeuden por encima de sus posibilidades.
Pensemos en ese inversor que tras tener algunos aciertos con la compra de acciones de una empresa, acaba operando exclusivamente con ella, cuando el sentido de la prudencia nos dice que no es bueno colocar todos los huevos en la misma cesta. La experiencia que tiene con esas acciones le lleva a creer que es capaz de controlar la evolución de los mercados, y nada más lejos de la realidad.
¿Cuántos ahorradores con pequeñas carteras de valores tienen realmente diversificadas las mismas? ¿Acaso no se limitan a unas pocas acciones «que ya conocen»?.
Y qué decir de aquellos consumidores que entran en una espiral de gasto innecesario, haciendo un uso excesivo de tarjetas de crédito y micro préstamos; se endeudan por encima de sus posibilidades creyendo que controlan una situación que en realidad les controla a ellos.
Sesgo de confirmación
El sesgo de confirmación se da cuando sólo atendemos a aquella información que encaja con lo que nosotros pensamos, evitando así el pensamiento crítico.
No se trata tanto de tener siempre la razón, sino de ver sólo aquellas opiniones que encajan con la nuestra.
Pongamos que somos un inversor con una gran aversión al riesgo y creemos que metiendo dinero en bolsa podemos llegar a perderlo todo, si en la tv se habla de que viene una gran crisis financiera, que el riesgo es tremendo y justo echan un documental del crack del 29, no haremos ni caso a otras opiniones y seguramente afianzaremos aún más nuestra postura.
Por contra, si creemos que la inversión en bitcoins es una gran oportunidad y creemos que si compramos unas cuantas criptodivisas nos vamos a forrar, es posible que al buscar información solo demos valor a los casos de éxito, obviando el resto y los riesgos que ello conlleva.
Sesgo de Anclaje
El sesgo de Anclaje aparece cuando se hace más caso a la información que recibimos en primer lugar, que a la posterior.
Pongamos por caso que nos ofrecen invertir en un fondo garantizado de renta fija. El sesgo de anclaje hace que escuchemos primero lo de «garantizado», dando mucha más importancia a este hecho que a lo demás. Y no es lo mismo que el fondo invierta en renta fija a que lo haga en renta variable, pero esta información se queda fijada en nuestra mente condicionando nuestra toma de decisiones.
Del mismo modo si queremos invertir en las acciones de una empresa y nos dicen que la acción llegó a estar a 15 € hace tres años y ahora está a 5 €, esos 15 € se quedarán anclados en nuestro subconsciente de tal modo que aunque luego nos digan que puede caer hasta 2 €, seguiremos pensando que podemos ganarle 10 €.
Sesgo de Autoridad
El sesgo de autoridad toma el control cuando se le da mayor importancia a lo que diga una persona de nuestra confianza que a los hechos u opiniones de expertos en la materia.
Este sesgo bien podría llamarse el «sesgo del cuñado» porque es muy frecuente que un ahorrador no experimentado dé mayor importancia a lo que le diga un familiar o amigo cercano respecto a una posible inversión, que a lo que le muestre un asesor experimentado.
De hecho, que estafas tan conocidas como las de Fórum Filatélico y Afinsa tuvieran un impacto tan grande fue debido en gran medida a este sesgo, ya que las estafas piramidales se nutren principalmente de la influencia que los primeros inversores ejerce sobre los siguientes, generalmente familiares y amigos que se deciden a entrar en estas inversiones porque éstos ya lo han hecho.
Efecto Halo
El Efecto halo es la tendencia a juzgar a una persona o institución en función de una cualidad que ésta tenga.
Este juicio o «prejuicio» puede ser tanto positivo como negativo, ya que depende de la cualidad y de la persona o empresa en cuestión.
Un caso muy claro es el de Andrés Iniesta, que promocionaba la inversión en criptodivisas a través de la plataforma Binance sin advertir de sus riesgos, lo que le supuso una llamada de atención por parte de la CNMV. Si las personas ven en él una cualidad que admiran, se sentirán más atraídos a hacer lo que él hace y por tanto, asumirán riesgos que quizás de otro modo no asumirían.
En el lado contrario nos encontramos a muchos asesores financieros que trabajan en banca, y que por el mero hecho de hacerlo se enfrentan a críticas y juicios de valor muy superiores a aquellos otros que no lo hacen. La banca de particulares ha sufrido una gran pérdida de credibilidad por parte de la sociedad durante los últimos años y por ende, una cualidad como el lugar de trabajo puede influir en la decisión de un inversor.
Sesgo de la prueba social
Este sesgo consiste en tomar las mismas decisiones que ya han tomado muchos otros, es decir, en hacer lo mismo que hacen los demás.
El sesgo de la prueba social tiene mucha importancia en inversiones en bolsa ya que muchas personas compran acciones de empresas que cotizan en el IBEX 35, es decir, aquellas cuya liquidez y capitalización bursátil es mayor, porque entienden que en cierto modo representan a la opinión pública.
Cuando algunos medios económicos publican informes sobre los fondos de inversión «más vendidos», es frecuente que suba el número de sus partícipes, ya que muchos se dejan arrastrar por lo que hace la mayoría. De este modo evitan tomar decisiones por sí solos y en cierto modo, si se equivocan, achacarán el error a dichos medios.
Sesgo de descuento hiperbólico
Este sesgo es el que hace honor al refrán «más vale pájaro en mano que ciento volando», ya que significa que se le da mucho más valor a lo que tenemos hoy que a lo que podríamos recibir mañana.
Tal y como anuncia la película El test de Dani de la Orden, ¿Qué es mejor? ¿100.000 € hoy o 1.000.000 € dentro de diez años?. Éste es el quiz de la cuestión.
Y su impacto sobre las inversiones es muy relevante ya que a causa de él el horizonte temporal, una de las variables más importantes que hay que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones de inversión, pierde todo su atractivo, ya que no sólo hace que se tomen decisiones de inversión sin tenerlo en cuenta, que ya es mucho, sino que provoca que en numerosas ocasiones los inversiones cancelen anticipadamente inversiones que ya están activas, cambiando a última hora toda la planificación que han hecho.
¿Por qué seguramente gran parte de los ahorradores que han colocado su dinero en fondos de inversión estos últimos años, obteniendo en algunos casos beneficios significativos, ante la creciente subida de tipos de interés sacarán su dinero para colocarlo de nuevo en depósitos a plazo fijo que no superen el 1 %?
Por miedo, seguridad, incertidumbre y sesgo de descuento hiperbólico…
Efecto miopía
El efecto miopía se produce cuando habiendo optado por hacer una inversión a medio o largo plazo, estamos constantementevigilándolay lo hacemos tan a menudo que acabamos cambiando nuestras decisiones de inversión influenciados por las noticias del momento, perdiendo así la perspectiva inicial.
Se da un efecto miopía porque se ve muy bien de cerca (el corto plazo) pero tan bien de lejos (el medio o largo plazo).
Si juntamos el sesgo de aversión a las pérdidas con el efecto miopía, en entornos de elevada volatilidad estaremos tan pendientes de la evolución de nuestra inversión que probablemente la cancelaremos antes de tiempo, aun cuando ésta esté destinada a producir una buena rentabilidad.
Aunque para tratar de vencer a este sesgo no hay que dejar de mirar cómo va nuestro dinero, sino hacerlo con la frecuencia adecuada. Y si en entornos de elevada volatilidad asumimos riesgos con los que no estamos cómodos, hay que pararse y revisar el perfil de riesgo, que junto al horizonte temporal será siempre nuestro mejor guía.
Las finanzas conductuales y el conocimiento de los sesgos cognitivos nos ayudan a pensar un poco más, para poder tomar decisiones más acertadas y sobre todo, de forma consciente.
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Dinero. Algo fundamental en nuestros días sin lo que prácticamente no podríamos vivir, pero ¿Sabemos realmente lo que es? ¿Son sólo esas pocas monedas y billetes que llevamos en los bolsillos o es algo más?
Parece obvio que no, así que vamos a verlo con más detalle.
El dinero es todo activo o bien que es aceptado como medio de pago y de valor por una sociedad, para lo cual tiene que tener una serie de características:
Ampliamente aceptado porque tiene que ser reconocido y utilizado por gran parte de la sociedad ya que, en definitiva, son las personas, las empresas, instituciones e incluso los países quienes lo tienen que manejar en su día a día.
Pongamos por caso las criptomonedas. A día de hoy muchas personas pueden considerarlas dinero pero todavía no lo son ya que su uso no es aceptado por toda la sociedad, principalmente por los gobiernos, siendo éste su principal reto. Si el dinero no es de curso legal y no goza de la confianza de aquellos que lo tienen que usar, no es dinero.
Estandarizado
Estandarizado porque tiene que tener unidades iguales, de modo que cada una de ellas valga lo mismo y tenga la misma calidad.
A día de hoy las monedas y los billetes son iguales entre sí, incluso los lingotes de oro lo son, y así debe ser ya que si tuviéramos una moneda de 1 € hecha de oro y una moneda de 1 € hecha de plata, éstas no tendrían el mismo valor y no serían aceptadas del mismo modo como medio de cambio.
Divisible
Divisible porque debe poder convertirse en unidades más pequeñas y servir para adquirir cualquier bien.
Aunque todos aceptáramos que los camiones fueran una medida de intercambio, y aunque todos los camiones fueran iguales entre sí, no tendría sentido que para adquirir 1 kg de patatas tuviéramos que entregar un camión a cambio, por lo que difícilmente podrían usarse para el intercambio de todo tipo de bienes.
Incorruptible
Incorruptible porque no debe perder valor a lo largo del tiempo.
Aunque históricamente las materias primas como el chocolate, las plumas o el arroz se utilizaron como medio de intercambio, dejaron de usarse al deteriorarse fácilmente. Y es que es importante que el dinero se mantenga igual durante mucho tiempo, y también lo es que si se estropea pueda sustituirse libremente por otro en mejor estado. (Ver Banco de España: Billetes defectuosos y deteriorados)
Fácil de Transportar
Fácil de transportar porque debe pesar poco para poder usarse y guardarse de modo cómodo y seguro.
Hace no mucho tiempo las piedras fueron usadas en algunas civilizaciones como dinero, siendo un gran ejemplo de ello las piedras Rai, pero su dificultad para ser transportadas hicieron que su uso no fuera mucho más allá de unas pocas islas, aunque a día de hoy su importancia aún perdura.
Funciones del dinero
La principal función del dinero es la de servir como medio de intercambio, pero no es la única, ya que también sirve como depósito de valor y unidad de cuenta.
Medio de pago y de cambio porque con él se pueden comprar bienes y servicios, pagar deudas, contraerlas…
Cuando vamos a una tienda a comprar pañales pagamos con dinero, si un fontanero acude a arreglarnos el grifo de la ducha recibe dinero, cuando un Ayuntamiento recauda los impuestos a sus habitantes lo hace en dinero, y si un país anda justo de liquidez, puede emitir dinero.
Depósito de valor
Depósito de valor porque conserva su valor en el tiempo de modo que se puede usar a futuro o, dicho de otro modo, se puede ahorrar y acumular para conservar riqueza.
La mayoría deseamos tener un nivel de riqueza suficiente que nos permita disfrutar de una determinada calidad de vida tanto en el presente como en el futuro, y el dinero proporciona esta riqueza porque conserva su valor a lo largo del tiempo. 1 € del 2002, a pesar de la inflación, sigue siendo 1 € hoy en día.
Unidad de cuenta
Unidad de cuenta porque permite poner precio a los bienes y servicios y registrar las deudas.
Al comprar una barra de pan, el precio de esta barra de pan está expresado en dinero. Si necesitamos pintar las escaleras de nuestra casa el pintor nos facturará sus horas en dinero, el pago de nuestros impuestos lo hacemos en dinero y si pedimos un préstamo, la deuda que contraemos está expresada en dinero. Todo tiene un precio.
Por otra parte, el que los bienes y servicios tengan un precio permite a su vez comparar su valor con otros bienes y servicios.
El vestido de la marca A vale más que el de la marca B, por lo que podemos comparar uno con otro, poniendo en valor su calidad y diseño.
Y que el dinero se use como unidad de cuenta facilita también la contabilidad de las familias, las empresas y los propios países.
Si no existiera el dinero los precios de los bienes y de los servicios se expresarían en función de otros bienes o servicios, como se hacía antaño.
Tipos de dinero
Aunque la mayoría de las personas piensa que el dinero son sólo las monedas y billetes que llevan en la cartera, o lo que tienen ahorrado en el banco, esto no es del todo correcto. Obviamente lo son, pero pertenecen a un tipo concreto de dinero que se conoce como fiat, aunque no es el único. A decir verdad hay múltiples clasificaciones entre las que destacan el dinero mercancía y el dinero negro.
Fiat
El Dinero Fiat o por Decreto es el que es el que se emite y valida legalmente por el gobierno. Es el tipo de dinero que funciona hoy en día. Dentro de éste tipo nos encontramos con el dinero en efectivo, el electrónico, el crediticio, el bancario, la deuda… etc.
Actualmente el valor de una moneda no depende de las reservas de oro que tenga el país que la utiliza, sino de la confianza que se tiene por parte de la sociedad en la propia moneda y por ende, en la economía del propio país. De ahí la preocupación de muchos países ante una posible devaluación de su moneda, y el interés de otros en que ésta se aprecie.
Mercancía
El Dinero Mercancía o Real es aquél que tiene valor por sí mismo ya que le viene dado por el metal con el que está hecho. El más conocido es el oro aunque también existen las commodities o materias primas.
Aunque las mercancías ya no son de uso habitual para adquirir bienes y servicios es innegable que el oro sigue siendo un valor refugio en épocas de crisis, pero no el único, ya que las obras de arte cobran cada vez mayor interés.
Negro
El Dinero negro es el que procede de operaciones que se han ocultado a Hacienda o a las Autoridades, bien con la intención de no pagar los impuestos correspondientes o bien por su carácter ilegal.
El blanqueo de capitales, la evasión de impuestos y el auge de la economía sumergida son temas que preocupan a los gobiernos ya que erosionan la salud económica de los países y la de sus ciudadanos.
En definitiva, el dinero no es sólo dinero, y el uso que hacemos de él, las funciones que cumple, y cómo evoluciona es algo sobre lo que deberíamos reflexionar porque al fin y al cabo, si existe es porque nosotros lo hemos creado.
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Las palabras Sistema Financiero se escuchan a menudo en conversaciones sobre economía e inversiones, sin embargo, a muchas personas le son realmente ajenas y ven a éste como una especie de monstruo gigantesco y poderoso que mueve el dinero en el mundo, lo que en parte así es.
El Sistema Financieroesel conjunto de intervinientes, activos y mercados que a través de determinados mecanismos regulan el funcionamiento de una economía.
Es igual que un mercado de abastos en el que hay unas determinadas normas que tanto comerciantes como clientes deben cumplir para que todo vaya bien, solo que cambiando verdura, carne y pescado por dinero.
La Función del Sistema Financiero
El Sistema Financiero tiene como objetivo canalizar el ahorro de las Unidades Económicas con Superávit (los ahorradores o prestamistas) hacia las Unidades Económicas con Déficit (los inversores o prestatarios), o lo que es lo mismo, facilitar el intercambio de dinero entre aquellos que lo tienen y aquellos que lo necesitan.
Este ir y venir del dinero de unos a otros puede darse directamente entre ahorradores e inversores o bien a través de intermediarios financieros. Algo similar al trato entre mayoristas y minoristas de los supermercados y grandes superficies.
Elementos del Sistema Financiero
El Sistema Financiero está formado por tres elementos principales: Los Agentes Económicos, los Activos Financieros y los Mercados Financieros.
Los Agentes Económicos son las personas, empresas, organizaciones e instituciones que participan en los mercados financieros; los Activos Financieros hacen alusión al dinero que se intercambia entre unos y otros, aunque éste no se negocia en formato físico, es decir, en monedas y billetes, sino en formato contable; los Mercados Financieros son los lugares donde se hacen este tipo de operaciones.
Utilizando de nuevo el ejemplo del mercado de abastos, los Agentes Económicos serían los compradores, vendedores y gerentes, los Activos Financieros serían los productos y los Mercados el local y los diferentes puntos de venta.
Agentes Económicos
Los Agentes Económicos se conocen también como Agentes Financieros, y pueden ser tanto personas físicas como jurídicas, esto es, empresas, organizaciones e instituciones.
Existen tres tipos de Agentes: los principales, los secundarios y los reguladores y supervisores.
Los Agentes Económicos Principales
Son las Unidades de Gasto con Superávit y las Unidades de Gasto con Déficit, es decir, aquellos que tienen dinero para prestar y quienes lo necesitan para invertir. A los primeros se les conoce también como prestamistas y a los segundos como prestatarios, aunque tanto los unos como los otros pueden situarse a ambos lados de la barrera en función de las circunstancias.
Pongamos por ejemplo al sr. Peláez:
Peláez trabaja en una empresa de ingeniería y cobra una nómina de 2.500 € al mes. Es cliente del principal Banco de su localidad al que ha acudido recientemente a pedir un préstamo para comprarse un coche nuevo. El director del Banco le conoce de toda la vida y se lo ha dado con la condición de que, como hasta ahora, siga cobrando la nómina con él.
Cuando su Banco le presta el dinero éste actúa como Unidad de Gasto con Superávit, o lo que es lo mismo, como prestamista, siendo el sr. Peláez el prestatario o la Unidad de Gasto con Déficit. Sin embargo, cuando el sr. Peláez cobra la nómina y la deposita en su Banco, actúa como Unidad de Gasto con Superávit, colocando a su Banco en el papel de Unidad de Gasto con Déficit.
Otro ejemplo sería el de las empresas que necesitan dinero para su crecimiento, y emiten acciones que cotizan en bolsa. Las empresas son las Unidades de Gasto con Déficit y quienes compran las acciones las Unidades de Gasto con Superávit.
Al ahorrador que decide invertir su dinero en los mercados financieros en lugar de gastarlo o guardarlo en una cuenta se le conoce como inversor, de ahí la diferencia entre «ahorrar e invertir», aunque su papel como agente económico es realmente el de prestamista.
Los Agentes Económicos Secundarios
Los Agentes Económicos Secundarios son los Mediadores y los Intermediarios del Mercado Financiero, cuya función principal es ayudar a que el dinero de unos pase a manos de otros.
Los Mediadores ayudan a que el dinero circule pero sin cambiar los Activos Financieros, y pueden actuar tanto por cuenta ajena como por cuenta propia.
Cuando actúan por cuenta ajena o en nombre de otros, cobran una comisión por ello pero no asumen ningún riesgo de pérdida en la inversión, así que se les conoce como comisionistas o Brokers. Cuando actúan en nombre propio comprando y vendiendo estos activos asumen el riesgo de perder dinero con su inversión y en este caso se les conoce como Dealers.
Los Intermediarios en cambio transforman el dinero para que éste llegue de una manera más fácil a los prestatarios. Captan el dinero de los ahorradores a través de diferentes productos financieros (cuentas corrientes, depósitos bancarios, fondos de inversión…) y lo convierten en otros productos financieros (hipotecas, préstamos personales, créditos… etc.).
Los hay Bancarios (Banco de España, Bancos Privados, Cajas de Ahorro y Cooperativas de Crédito) y No Bancarios (ICO, Compañías de seguros, Fondos de Pensiones, Sociedades y Fondos de Inversión, Empresas de Leasing y Factoring, y SGR).
Los reguladores y Supervisores
Los organismos reguladores y supervisores son los que se encargan de hacer las normas para que todo funcione velando por la seguridad y la solidez del sistema financiero, y se componen por los gobiernos, los parlamentos, los diferentes Ministerios de Economía, etc.
Los Activos Financieros o productos financieros representan el dinero que pasa de unos y otros, bien sea en su formato físico (billetes y monedas) o en formato contable (depósitos bancarios, acciones, bonos… ). Para unos son un medio de mantener la riqueza, y para otros una deuda.
No tienen valor por sí mismos sino por lo que representan. Una moneda de 1 € no vale 1 € ya que el metal con el que ésta se fabrica cuesta tan sólo 4,5 céntimos, y fabricar un billete de 50 € cuesta poco más, unos 6 céntimos, sin embargo el valor que se les da a ambos es muy superior al coste real del material con el que están hechos.
Se estima que actualmente hay unos 100 billones de dólares en el mundo circulando por ahí, una cantidad que obviamente no está formada en su totalidad por dinero físico, el cual probablemente acabará desapareciendo con el tiempo.
Existen muchos tipos de Activos Financieros,
Productos de Renta Fija: Deuda Pública, Pagarés de Empresa, Bonos, Obligaciones, Participaciones Preferentes, Títulos hipotecarios.
Productos de Renta Variable: acciones, derechos de suscripción preferentes, ETF´s
diferenciándose unos de otros por sus principales características, es decir, por la Liquidez, el Riesgo y la Rentabilidad que tienen cada uno.
La Liquidez
La liquidez es la facilidad y rapidez con la que podemos convertir el Activo financiero en dinero líquido sin sufrir pérdidas. Obviamente el dinero físico es lo más líquido que hay pero no sucede lo mismo con el dinero contable, ya que dependiendo de sus características tendrá mayor o menor facilidad para convertirse en dinero físico.
Un pagaré de una empresa de 10.000 € con vencimiento a 3 años no se puede cobrar hoy, por lo que tiene menos liquidez que una cuenta con un saldo de 10.000 €.
El Riesgo
El riesgo es la posibilidad de que suceda algo que haga que el Activo financiero valga mucho menos, o que se gane con él menos de lo esperado.
El riesgo de ése mismo pagaré es mayor al del dinero de la cuenta, ya que todavía faltan 3 años para poder hacerlo líquido y existe la duda de si pasado este plazo la empresa podrá pagarlo o no.
La Rentabilidad
La rentabilidad es la capacidad de que el Activo Financiero genere un beneficio a futuro.
Si un banco le da un préstamo a una persona para comprarse un coche y negocia el cobro de un interés del 3 %, ése 3 % es la rentabilidad que el banco le va a sacar a su activo financiero, en este caso, el préstamo.
Por lo general en relación a los activos financieros existe una regla de oro:
RIESGO >RENTABILIDAD >LIQUIDEZ
Es decir, que cuando más riesgo tiene un Activo Financiero, más rentabilidad se puede pedir por él, ya que si existe una probabilidad mayor de que éste valga menos dentro de un tiempo, para que un agente económico muestre interés por él tendrá que obtener un mayor beneficio. Por contra, cuando más líquido es un activo financiero, menor es su riesgo y menor su rentabilidad.
El dinero en curso legal, esto es, las monedas y los billetes, son lo más líquido que hay, pero no ofrecen ninguna rentabilidad y salvo por la inflación tienen un riesgo cero.
Los Mercados Financieros
Los Mercados Financieros son los espacios (físicos o virtuales) donde se intercambian los Activos Financieros. Algo así como una tienda de ropa o un marketplace como Amazon, solo que en lugar de prendas de vestir o aparatos electrónicos se comercializan otro tipo de productos.
Se pueden diferenciar por su situación geográfica, por el tipo de activos que se negocia en ellos, por su organización o regulación… de tal forma que los hay nacionales e internacionales; monetarios, de renta variable, renta fija y de divisas; primarios y secundarios; al contado o de derivados; organizados y no organizados y monetarios y de capitales, aunque en España todos se centralizan en el BME o Bolsas y Mercados Españoles.
En definitiva, el Sistema Financiero es como cualquier otro sistema, se compone de miembros, normas y medios. No muy distinto al Sistema Judicial, al político o al Educativo. Sólo es cuestión de saber quién, qué y cómo.
Un saludo,
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Según el último informe de Inverco, el Ahorro Financiero de las familias españolas ascendió a 2,46 billones de euros en el tercer trimestre del 2021, y de éstos 1,015 billones se guardaron en huchas tan tradicionales como la cuenta corriente o el depósito bancario, más de un 40 % del ahorro total y casi el triple de lo que había en fondos de inversión. Este es el ahorro del siglo XXI en España.
Pese a los avances tecnológicos de nuestro siglo, seguimos ahorrando como antaño, dejando el dinero en una cuenta corriente o a plazo fijo (cuando no bajo el colchón) mostrando así una aversión al riesgo tan grande que no sólo nos impide sacarle rentabilidad, sino que nos produce pérdidas importantes a causa de la inflación, algo que parece no calar en la mentalidad de la mayoría de los ahorradores.
¿Qué nos lleva a actuar así? ¿Cuáles son las causas? ¿Y sus consecuencias?
La principal consecuencia de optar por no hacer nada es la pérdida de poder adquisitivo a causa de la inflación. El coste de la vida sube, es algo que todo el mundo sabe. Sube el precio de la luz, el del carburante, los alimentos e incluso la salud. Todo es mucho más caro ahora que hace un año, y no digamos que hace diez o veinte.
Tal es su importancia que hasta el Banco Central Europeo nos invita a calcular su efecto en nuestra economía particular a través de su Calculadora de Inflación Personal.
Pero para el ahorrador conservador la inflación es como una enfermedad silenciosa para su dinero. Y es silenciosa porque aunque escuche a diario noticias sobre la subida de los precios, no ve que al dinero que tiene ahorrado le haga nada. Quizás no sea capaz de ahorrar más pero por lo general, si tenía cien mil euros en la cuenta el año pasado, hoy esos cien mil euros siguen estando ahí, y como no tiene menos dinero piensa que no pierde, siendo éste su principal error.
Veamos un ejemplo,
Con un IPC que ha cerrado este año a un 6,50 % y usando la calculadora de inflación del INE, vemos cómo 100.000 euros en diciembre del 2020 equivalen a 106.500 euros en diciembre del 2021.
Año 2021
Año 2000
153.400 €
Año 2010
116.000 €
Año 2020
106.500 €
Esto significa que lo que compraríamos hace un año con cien mil euros, hoy cuesta 6.500 € más o, lo que es lo mismo, que nuestros 100.000 € valen hoy 6.500 € menos que el año pasado. Si en lugar de 100.000 € en la cuenta tuviéramos 93.500 € seguramente actuaríamos de otro modo, pero como no es así, nos dejamos llevar por la idea de que ésta es la opción más segura.
Y pese a que la notable subida de este año se dice que es temporal, y que las políticas monetarias tienden a mantener la inflación en torno a un 2 %, la realidad es que es poco probable que el coste de la vida sea cada vez más barato y por lo tanto, la opción de no hacer nada, no sale gratis.
El concepto de riesgo
Cuando un ahorrador decide mantener la totalidad de su dinero en una cuenta o en un depósito lo hace convencido de que así no pierde nada, una premisa que como vemos no se sostiene a causa de la inflación, pero el error de base no es sólo esta férrea convicción sino el entendimiento que éste tiene sobre lo que es o no riesgo.
Y es que el riesgo de una inversión no es tan sólo la incertidumbre de que ésta pueda valer menos mañana de lo que vale hoy, sino que esto pase justo en el momento en que se tenga la necesidad de disponer de ella.
Pongamos que compramos un piso para alquilar,
Independientemente de que el inquilino nos pague el alquiler a fin de mes o de que logremos alquilarlo toda la temporada, el principal riesgo que asumimos como inversión es que éste valga menos al cabo de un tiempo de lo que hemos pagado por él.
Si pagamos 200.000 € y dentro de tres años vale tan sólo 180.000 €, nuestra pérdida habrá sido de un 10 % ¿no?. Depende. Nuestro patrimonio, caso de tener que valorarlo, efectivamente se habrá devaluado un 10 %, pero la pérdida como tal no se dará salvo que nos veamos en la obligación de materializarla, es decir, de vender.
Por lo tanto, el riesgo como tal no sólo depende de la probabilidad de que el valor de nuestra inversión disminuya, sino de que necesitemos disponer de ella cuando esto suceda.
De modo que el riesgo de una inversión no sólo tiene que ver con el mercado en el que se mueve -financiero, inmobiliario- sino con el tiempo que estemos dispuestos a permanecer en ella.
La falta de diversificación
Otra de las causas por las que muchos ahorradores huyen de invertir es porque se plantean el «todo o nada». Bien por decisión propia, bien por no recibir un asesoramiento adecuado, tienden a invertir gran parte de sus ahorros en uno o varios activos de riesgo similar, normalmente de perfil muy conservador, y como en los últimos años estas inversiones no han sido rentables -recordemos eso de ¿Por qué pierden mis fondos si son de Renta Fija?– a poco que pierden huyen de ellas como gato escaldado, afianzando sus miedos y optando por no volver a entrar nunca más.
Pongamos por caso que un ahorrador invirtió 100.000 € en un fondo de renta fija allá por el año 2018, es casi seguro que arrastrará pérdidas desde entonces ya que el 2018 fue un año malo, y aunque el 2019 dio un respiro, el COVID en el 2020 perjudicó muchísimo a los fondos conservadores que a día de hoy no han terminado de recuperarse. A groso modo la inversión de este ahorrador podría estar perdiendo entre 1.000 y 3.000 €, si es que todavía la tiene.
¿No habría sido mucho mejor invertir sólo 20.000 € en un fondo de mayor riesgo dejando los otros 80.000 € en la cuenta? Si hubiera hecho un fondo mixto o de renta variable por 20.000 € a día de hoy obtendría una rentabilidad de entre un 10 % y un 30 %, y aunque el riesgo en este fondo sería mucho mayor, en proporción al total de sus ahorros no, y seguramente se sentiría mucho más cómodo. A esto se le llama «diversificar».
Un buen asesoramiento basado en la diversificación es clave para fomentar un cambio de tendencia en el ahorro del siglo XXI.
La desconfianza, producto de malas experiencias
En muchas ocasiones gran parte de estos ahorradores han sufrido ya grandes decepciones. Fondos de renta fija con rentabilidades negativas, acciones con las que llevan toda la vida y que han caído en picado desde que las compraron y no olvidemos las famosas preferentes.
Todas estas malas experiencias del pasado crean una sensación de malestar y decepción que impiden hacer muchas veces, borrón y cuenta nueva, y pese a que los tiempos cambian, las normativas son otras y de hecho, su experiencia es mucho mayor, optan por la opción número uno, no hacer nada.
Al fin y al cabo es como tener un accidente de coche y decidir no volver a conducir jamás. Es una opción, desde luego, pero no es la más práctica. Lo más útil es que se vuelva a coger el coche aunque al principio se tenga más miedo que antes, ya que con el tiempo se acabará ganando en confianza y con toda probabilidad se hará uno mejor conductor.
Una mala experiencia en el pasado impide a muchos ahorradores enfrentarse de nuevo a los mercados, optando éstos por posicionar su ahorro en depósitos que no sólo no aportan ninguna rentabilidad, sino que sufren mucho más que antes a causa de la inflación.
No pensar en la inversión hasta pasado unos años
Otra de las cosas que hacen subir las cuentas corrientes en detrimento de la inversión es la educación que se ha recibido del «cuando haya». Nos han educado sobre la base de que se invierte cuando uno haya dejado de pagar cosas, es decir, que hasta que no se haya pagado la hipoteca, el coche o la universidad de los hijos, muchos ahorradores no se plantean hacer ninguna inversión, salvo la del plan de pensiones y en muchos casos, ni eso.
El problema es que este «cuando haya» sale realmente caro porque la importancia del plazo en el ahorro es fundamental, y es infinitamente mucho más sencillo lograr alcanzar un interesante patrimonio de 300.000 € con 50 € al mes en 25 años, que con 250.000 € en 5, contando con que destinar a una inversión 50 € al mes puede estar más o menos al alcance de cualquiera, pero disponer de 250.000 € no tanto.
El tiempo aporta mucho más valor a una inversión que el capital, de tal forma que debemos lograr integrar la inversión en nuestro día a día. No se trata de invertir cuando hayamos ahorrado lo suficiente, sino de ahorrar de una manera más eficiente desde el primer día.
La importancia de la Educación Financiera
La educación financiera que hemos recibido, o más bien, la educación financiera que NO hemos recibido, nos lleva a actuar del mismo modo en el que actuaban nuestros padres y abuelos, sin plantearnos a una edad temprana cómo debemos gestionar nuestro dinero. Quizá sea ésta la principal causa por la que en España todavía la inversión está muy alejada de los niveles de países mucho más desarrollados.
Podría haber cierta esperanza en la tendencia, ya que los datos demuestran que el crecimiento de inversiones de mayor complejidad y riesgo es notable, sin embargo, y aunque esto es cierto, ¿Lo es por los motivos adecuados? Cabe preguntarse cuántas de estas inversiones en fondos y renta variable se evaporarían caso de una importante subida de tipos de interés, cuál es el porcentaje de fondos garantizados que hay o peor aún, cuántos de estos inversores saben realmente lo que tienen y cómo lo tienen.
Por otra parte, el avance de las nuevas tecnologías pone al alcance de todos novedosas maneras de inversión: criptodivisas, robo advisors, ETF´s… atrayendo a gran parte de ahorradores que en muchos casos desconocen con exactitud los riesgos que asumen.
Y nada tiene que ver con la edad, el nivel de estudios o el poder adquisitivo, ya que salvo personas de alta cuna o ligadas al sector financiero pocos son los que reciben los conocimientos adecuados para gestionar de manera eficiente su dinero, una consecuencia que a largo plazo no sólo provocará un empeoramiento de la calidad de vida de éstos, sino de la de todos.
Aun así y pese a que todavía queda mucho camino por recorrer, cada vez son más las iniciativas que se llevan a cabo en materia de Educación Financiera, lo que significa que al menos estamos siguiendo el camino de baldosas amarillas.
Un saludo,
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La moda no sólo está en los escaparates de las tiendas de ropa o en las pasarelas de Nueva York, también está en nuestras carteras y las criptomonedas son buen ejemplo de ello. ¿Cripto qué? Criptomonedas…
Sorprende ver cómo pequeños ahorradores que temen profundamente a un fondo de inversión de bajo riesgo se dejan convencer por el amigo, vecino o cuñado para que metan parte de sus ahorros en algo que se llama bitcoin, ethereum o ripple tan sólo por el hecho de que está de moda o como suele suceder, porque se puede ganar mucho dinero.
Y aunque en realidad muchos no tengan ni idea de qué es lo que realmente están haciendo, razones no les faltan. Si consideramos que en el año 2009 cuando nació el bitcoin -la primera criptomoneda- se necesitaron 10.000 de ellos para comprar dos pizzas y que a día de hoy uno sólo cotiza a más de 8.600 € la cosa está clara. Sin mencionar que en la actualidad el mercado de criptomonedas mueve mas de 300.000 millones de dólares americanos.
Así pues, parece que merece la pena saber de qué va todo esto.
Las criptomonedas son un tipo de dinero no regulado, digital, que se emite y se controla por sus desarrolladores, y que es utilizado y aceptado entre los miembros de una comunidad virtual determinada.
Fuente: BCE. Informe de octubre de 2012.
Como podemos ver las criptomonedas -también conocidas como criptodivisas- se conocen por ser monedas virtuales, no físicas, que se usan para comprar, vender y realizar algunas transacciones digitales, aunque su auge se ha derivado más al hecho de que su valor se ha multiplicado durante los últimos años, siendo objeto de deseo de muchos inversores que anhelan obtener pingües beneficios.
Sin embargo, si nos atenemos a la norma, las criptomonedas no son realmente «monedas» sino más bien unidades de valor digital que pueden ser intercambiadas digitalmente.
Y aunque parece que la apreciación no es muy importante en realidad sí lo es, ya que al no ser propiamente «monedas» a día de hoy carecen de tres de sus principales cualidades:
Una de las principales características de las criptomonedas es que son independientes, descentralizadas, y no están controladas por ningún Estado, Banco, Institución o empresa. A día de hoy simplemente, están fuera del sistema financiero.
Y lo que para unos es su mayor ventaja, para otros supone su mayor inconveniente, ya que al no estar reguladas ni controladas por ningún organismo o institución financiera, no disfrutan de la protección que el Banco de España, el BCE o la CNMV llevan a cabo sobre otras inversiones más tradicionales, y evidentemente, tampoco están garantizadas por el Fondo de Garantía de Depósitos ni por el Fondo de Garantía de Inversiones.
Medio de pago comúnmente aceptado
Las monedas emitidas por los bancos centrales son de curso legal y se utilizan como medio de pago en todo el mundo, tal es el caso del dólar seguido a la zaga por el euro. Sin embargo el cobro y el pago en criptomonedas no es algo común, y lo habitual es que no puedas ir a la frutería de la esquina a comprar un kilo de naranjas y pagarlo en bitcoins.
Por otra parte cada vez son más los grandes comercios que aceptan su uso, y el auge de Apps que transforman las criptomonedas en otras de curso legal para facilitar los pagos, o la creación de nuevas tarjetas prepago que conviertan de inmediato las criptomonedas en dólares, libras o euros para poder sacarlos de un cajero es, sencillamente, indiscutible.
Protección ante situaciones de robo o fraude
Las criptomonedas no existen físicamente, así que no se pueden guardar bajo el colchón, y como no forman parte del sistema financiero «de momento» tampoco puedes abrir una cuenta corriente en tu banco de confianza para meter en ella unas cuantas. Su uso como es lógico, se limita al mundo digital.
¿Y entonces dónde se guardan?
En «wallets» ó monederos virtuales que puedes tener en tu ordenador, en el móvil, en un pen o incluso en una hoja de papel ya que en realidad lo que guardas en la wallet es una clave privada que te da acceso al lugar exacto donde se encuentran las criptomonedas.
Evidentemente si todo depende de una clave o contraseña, cualquiera que tenga acceso a ella puede robarte tus criptomonedas, así que es necesario que tomes medidas de seguridad para protegerte de la ciberdelincuencia.
¿CÓMO FUNCIONAN LAS CRIPTOMONEDAS?
Las criptomonedas funcionan gracias a la tecnología blockchain o cadena de bloques y aunque para algunos es algo muy sencillo para la mayoría no es fácil de entender.
Veámoslo con un ejemplo:
Imagina que haces una foto muy valiosa para tí. ¿Dónde la guardas? Lo normal es que lo hagas en tu móvil o en tu ordenador, o quizás la imprimas en papel fotográfico y la expongas en la pared del salón. En cualquier caso, la guardes donde la guardes, asumes el riesgo de que si el ordenador se rompe, te roban el móvil o se te quema la casa, pierdes la foto.
Pues la tecnología blockchain lo que hace es eliminar este riesgo de manera que la foto que tú tienes no sólo se guardaría en tu ordenador sino también en el de otros miles más que se conocen como «nodos», así que si tú o alguno de ellos la pierde ésta no desaparece ya que sigue existiendo en el del resto. Por otra parte, como los ordenadores están interconectados nadie puede borrar la foto, ni cambiarla y, ni mucho menos, decir que no la hiciste.
¿Y qué tiene que ver todo esto con las criptomonedas?
Pues todo. Si las criptomonedas son información digital que se puede intercambiar y no están gestionadas por ningún organismo o banco central, necesitan un medio que aporte seguridad y veracidad a las operaciones que se realizan en ellas, para lo cual usan la tecnología blockchain, que garantiza no sólo que todo lo que se hace queda registrado, sino que lo que se hace no se puede cambiar ni borrar.
RIESGOS O VENTAJAS DE INVERTIR EN CRIPTOMONEDAS
Lo que para unos supone un riesgo en la inversión en criptomonedas, para otros es una gran ventaja, así que no se puede hablar propiamente de unos u otras sino más bien de sus características.
Las criptomonedas no tienen el respaldo, y por lo tanto tampoco dependen, de una autoridad pública, organismo o banco central, lo que las dota de absoluta independencia.
La CNMV y el Banco de España advierten que, hasta la fecha, ninguna emisión de «criptomoneda» ni ninguna ICO ha sido registrada, autorizada o verificada por ningún organismo supervisor en España. Esto implica que no existen “criptomonedas” ni “tokens” emitidos en ICOs cuya adquisición o tenencia en España pueda beneficiarse de ninguna de las garantías o protecciones previstas en la normativa relativa a productos bancarios o de inversión.
Fuente: Banco de España
Al no estar reguladas su emisión, sus características y su valor dependen de la ley de la oferta y la demanda, y según se dice cualquiera hoy en día, con los conocimientos y la tecnología adecuada, puede crear su propia criptomoneda, al igual que hizo Satoshi Nakamoto con el bitcoin.
Y éste es precisamente también uno de los motivos de su éxito, ya que al estar fuera del sistema financiero se entiende que su valor no depende de la política ni de los intereses económicos que puedan esconderse detrás de los organismos que regulan las monedas fiduciarias.
ALTA VOLATILIDAD
Sin embargo una criptomoneda sin demanda vale lo mismo que un folio al que le hemos dibujado el signo del dólar, por lo que su éxito y por lo tanto su valor, dependen de la confianza del mercado, un mercado tremendamente volátil que a día de hoy mueve 341.680 millones de dólares americanos.
Si hablamos de volatilidad hablamos en realidad del riesgo a perder o la posibilidad de ganar mucho en muy poco tiempo.
No es suficiente atender al hecho de que 1 bitcoin no valía nada hace tan solo 11 años y a día de hoy supera los 10.000 dólares, es necesario tener en cuenta su historia y sobre todo el cambio de valor que se puede dar en tan sólo un instante. Prueba de ello es que el 17 de diciembre del 2017 alcanzó casi los 20.000 dólares y al día siguiente bajó a 14.000 dólares.
Aunque quizás esto forme parte de su encanto.
MEDIO DE PAGO GLOBAL
Las criptomonedas son un medio de pago todavía en auge, lo que dificulta su uso en el día a día, más cuando no existen físicamente y para muchas personas el dinero contante y sonante todavía tiene mucha importancia.
Cada país tiene su moneda oficial así que si vivimos en Inglaterra operaremos en libras esterlinas, en Japón lo haremos en yenes y en España en euros. Pero con las criptomonedas esto no pasa ya que son de uso global y si tienes bitcoins o cualquier otra criptomoneda, puedes utilizarlos como medio de pago en cualquier parte del mundo.
SEGURIDAD
Una de las principales ventajas que los inversores en criptomonedas destacan de ellas es su total seguridad, ya que según los expertos son imposibles de falsificar o duplicar.
Siendo así no se corre el riesgo de operar con una criptomoneda falsa, como sucede con el dólar, el euro o cualquier otra divisa «en papel».
En todo caso esta seguridad queda empañada por la posibilidad de sufrir un robo ya que los ciberataques están a la orden del día. Son numerosos los usuarios a quienes han robado las claves privadas para acceder a sus wallets, y muy sonados los casos de «exchanges» o casas de cambio de criptomonedas que han sido hackeadas. Y no es moco de pavo, ya que a día de hoy se estima que la cuantía robada en criptomonedas asciende a una nada desdeñable cantidad de 20.000 millones de dólares.
La cuestión es, ¿Quién responde de lo robado? Se puede entender que si te roban la clave y acceden a tu wallet no te queda otra que aguantarte, pero ¿y si a quién roban es a tu exchange? De alguna manera es como si robaran a tu banco solo que en este caso no tienes a nadie a quien acudir.
Por tanto seguras sí, pero no del todo.
TRANSPARENCIA
Una de las principales ventajas de las criptomonedas es su transparencia ya que cualquiera puede revisar públicamente las operaciones y transacciones que se han hecho con ellas, es decir, que el acceso al libro de cuentas por así decirlo es público.
Por otra parte esta transparencia no afecta a los propietarios de las criptomonedas, que se mueven en una linea muy fina de anonimato, por lo que las criptomonedas son utilizadas a menudo para realizar transacciones ilícitas.
ENTORNO DIGITAL
Que las criptomonedas son digitales es algo intrínseco, lo que implica que cualquiera que tenga acceso a un ordenador, un móvil, una tablet o cualquier otro equipo que pueda conectarse a la «red» puede operar con ellas.
Por otra parte aquellos que no sean digitales poco tienen que hacer, salvo que opten por confiar plenamente su inversión a alguien que lo sea.
Y por desgracia es innegable que todavía hay muchas personas en el mundo que no saben usar internet, que no tienen email y ni siquiera un móvil, lo que guste o no los aparta por completo de este mundo.
CONCLUSIÓN
Las criptomonedas, y esto es innegable, no son sólo una moda o una tendencia, son el presente y el futuro. Pero todavía son una inversión desconocida para muchos ahorradores (o simplemente curiosos), que utiliza un lenguaje mucho más complicado aún que el de la banca, exigiendo un nivel de conocimientos muy superior a otro tipo de inversiones.
Y como en cualquier inversión es necesario conocer bien los riesgos y no dejarse deslumbrar por las expectativas de obtener grandes beneficios.
La Deuda Pública o Deuda Soberana es lo que «debe» el Estado (Administración Central, Comunidades Autónomas, Corporaciones Locales y la Seguridad Social) a particulares, empresas, instituciones e incluso a otros países, es decir, es el dinero que éste necesita para poder pagar todos sus gastos cuando le pasa lo que a nosotros, que no le llega con lo que gana.
Para que nos hagamos una idea la Deuda Pública en España a 31.12.2019 ascendió a 1.188.862 Millones de euros, nada más y nada menos que un 95,50 % del PIB. (Nota de prensa del 31.03.2020 del Banco de España)
Y claro, si al Estado no le llega con los ingresos que obtiene -mayormente por la vía de nuestros impuestos- para pagar los gastos que soporta -educación, sanidad, pensiones, desempleo… etc.- de algún lado tendrá que sacar los casi 1.200.000 Millones de euros que le faltan…
Así que veamos,
¿Cómo se financia el Estado?
El Estado se financia a través de tres vías diferentes,
⇒ Utiliza el efectivo y los depósitos que ahorradores, empresas, instituciones y entidades financieras tienen en las cuentas del Banco de España (4.876 Millones de euros)
⇒ Pide préstamos (152.961 Millones de euros)
⇒ Emite títulos valores (1.031.024 Millones de euros)
Como podemos ver la tercera opción, la de emitir títulos valores, es la más importante, por eso cuando se menciona la Deuda Pública no siempre se habla de lo que el Estado debe en total sino de los títulos valores que éste tiene en el mercado, también conocidos como RENTA FIJA PÚBLICA.
El Tesoro
El encargado de gestionar la tesorería del Estado y por tanto quien se ocupa de emitir los títulos valores de éste es el Tesoro Público.
El funcionamiento de un título valor es en cierto modo como el de un préstamo,
⇒ Tenemos al emisor del título, en este caso el Estado, y que en un préstamo sería la figura del prestatario, el que lo pide.
⇒ Está el comprador del título, los particulares, empresas, entidades financieras e inversores varios, y que en un préstamo sería el prestamista, el que lo concede.
⇒ Se determinan las condiciones, es decir, el importe, la duración, el tipo de interés y la forma de pago.
⇒ Y se estudia la garantía de pago, que en este caso es la del propio Estado.
Y como a cualquier préstamo, en función de sus condiciones se le reconoce por un nombre concreto, en este caso por Letras del Tesoro, Bonos del Estado y Obligaciones del Estado, al igual que a los préstamos se los conoce por préstamos hipotecarios, préstamos personales, préstamos pignorados… etc.
Las Letras, los Bonos y las Obligaciones son los únicos títulos valores que emite el Estado y todos tienen una cosa en común, que se amortizan al vencimiento, es decir, que el inversor que compra el título recupera su dinero al final.
Las Letras del Tesoro son valores de Renta Fija a corto plazo ya que su vencimiento va desde los 3 meses hasta los 12 meses, pasando también por los 6 meses y los 9 meses. Su valor nominal es de 1.000 €.
Su particularidad es que se emiten «al descuento», lo que significa que el comprador de la letra, el que le presta el dinero al Estado, no tiene que pagar íntegramente los 1.000 € cuando compra la letra, sino que le paga menos porque se descuenta por anticipado los intereses que va a cobrar.
Veamos un ejemplo muy sencillo,
Letra del Tesoro a 1 año a un tipo de interés del 3 %.
Valor nominal de la Letra: 1.000 €
Intereses: 30 €
Comisiones de compra: 1,50 €
Precio de compra de la Letra: 970 €
Importe a recibir al vencimiento: 998,50 €
En este ejemplo podemos ver que cuando compramos una letra de 1.000 € en realidad no pagamos este mismo importe sino algo menos, ya que los intereses a cobrar se descuentan de lo que prestamos.
Sin embargo este caso no es nada representativo ya que hoy en día las Letras del Tesoro se emiten con intereses negativos y aunque parece algo extraño, es el comprador de letra quien paga por prestar dinero.
Veamos un ejemplo mucho más real:
Letra del Tesoro a 12 meses, a un Tipo de Interés medio del -0,50 %.
Valor nominal de la Letra: 1.000 €
Intereses: 5,05 €
Comisiones de compra: 1,50 €
Precio de compra de la Letra: 1.005,05 €
Importe a recibir al vencimiento: 998,50 €
En este caso podemos ver más fácilmente que cuando compramos la letra además pagamos los intereses, y que cuando ésta venza recibiremos el nominal de la letra menos las comisiones.
Nota: En los ejemplos no se ha tenido en cuenta el depósito previo que debe realizarse para la compra, ya que el objetivo no es otro que entender el funcionamiento y no realizar un ejemplo exacto. Si así se desea se puede consultar el Simulador de inversión del Tesoro.
Bonos del Estado
Los Bonos del Estado son valores de Renta Fija a medio y largo plazo, ya que vencen a 3 y 5 años. Su valor nominal es de 1.000 €. Pagan los intereses de forma periódica, lo que se conoce por «cupón», y lo hacen una vez al año.
Veamos un ejemplo,
Bono del Estado a 3 años, a un Tipo de Interés del 2 %.
Valor nominal del Bono: 1.000 €
Intereses (Cupón): 20 €/ año
Comisiones de compra: 1,50 €
Precio de compra del Bono: 1.000 €
Importe a recibir al vencimiento: 998,50 €
En este ejemplo podemos ver que cuando compramos un bono pagamos 1.000 € y recibimos los intereses -el cupón- una vez al año, hasta que el último año además tenemos también de vuelta nuestros 1.000 €.
Sin embargo este caso no es nada representativo ya que a día de hoy los bonos se emiten con intereses negativos, y aunque es una situación muy rara, la verdad es que ahora es el inversor el que además de prestar el dinero, paga por hacerlo.
Veamos un ejemplo mucho más real:
Bono del Estado a 3 años, a un Tipo de Interés medio del -0,42 %.
Valor nominal del bono: 1.000 €
Intereses: -13,20 €
Cupón: 0 %
Comisiones de compra: 1,50 €
Precio de compra del bono: 1.013,20 €
Importe a recibir al vencimiento: 998,50 €
Si nos fijamos podemos comprobar cómo los bonos, cuando cotizan con tipo negativo en el mercado, funcionan como las letras, recibiendo un cupón del 0 %.
Nota: En los ejemplos no se ha tenido en cuenta el depósito previo que debe realizarse para la compra, ya que el objetivo no es otro que entender el funcionamiento y no realizar un ejemplo exacto. Si así se desea se puede consultar el Simulador de inversión del Tesoro.
Obligaciones del Estado
Las Obligaciones del Estado son valores de Renta Fija a largo plazo, ya que vencen a 10, 15, 30 y 50 años. Pagan los intereses de forma periódica, lo que se conoce por «cupón», y lo hacen una vez al año. Su valor nominal es de 1.000 €.
Su funcionamiento es exactamente igual que los bonos, con la única diferencia del plazo.
Veamos un ejemplo real:
Obligación del Estado a 30 años, a un Tipo de Interés medio del 2,70 %
Valor nominal de la obligación: 1.000€ Intereses: 810 € Cupón: 27 € / año Comisiones de compra: 0,90 € / año Precio de compra del bono: 1.349,11 € Importe a recibir al vencimiento: 998,47 €
Nota: En el ejemplo no se ha tenido en cuenta el depósito previo que debe realizarse para la compra, ya que el objetivo no es otro que entender el funcionamiento y no realizar un ejemplo exacto. Si así se desea se puede consultar el Simulador de inversión del Tesoro.
Otras cuestiones interesantes sobre la Deuda Pública
Por ejemplo, si quieres pedir un préstamo a 10 años para reformarte la vivienda y te ofrecen un tipo de interés fijo y otro variable, puedes utilizar la referencia del tipo de interés de las obligaciones del Estado para hacer una comparación y tomar la decisión que consideres mas acertada.
La Deuda Pública se puede adquirir directamente en el Tesoro (elijo.tesoro.es) y también a través de intermediarios financieros que ofrecen, además de la inversión tradicional (Letras del Tesoro, Bonos y Obligaciones), la versión REPO, los títulos pero con pacto de recompra.
Esta segunda opción da mayor liquidez a la inversión, aunque las comisiones de compra son también mayores.
Del mismo modo se puede invertir en Renta Fija Pública comprando el título o adquiriendo participaciones de un fondo de inversión que tenga títulos de Renta Fija Pública.
Por ejemplo, si compras un bono a 3 años en el Tesoro, deberás esperar al vencimiento para recuperar tu dinero, pero si inviertes en un Fondo de Inversión que tenga bonos a 3 años, podrás salir del fondo cuando quieras.
Los tipos de la Deuda Pública se usan también como referencia para valorar la parte de Renta Fija Pública de muchas inversiones, como es el caso de los Fondos de Inversión.
Si los tipos de la Renta Fija suben, los fondos bajan, y si los tipos de la Renta Fija bajan, los fondos suben.
Un saludo,
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