Las Finanzas Conductuales son el área de las finanzas que analiza desde un punto de vista psicológico por qué las personas toman sus decisiones financieras en función de sus emociones, experiencias o creencias, en lugar de hacerlo en base a la información que tienen delante; lo que viene a ser decidir con el impulso y no con la razón.
Sus principales precursores han sido los psicólogos Daniel Khaneman (Premio Nobel de Economía en el 2002) y Amos Tversky; ambos elaboraron la Teoría de la Perspectiva (Prospect theory: Decision Under Risk) que afirma que en entornos de incertidumbre los seres humanos basan sus decisiones en sus percepciones y no en la lógica, dando lugar a lo que se conoce como sesgos cognitivos.
Los Sesgos Cognitivos
Los Sesgos Cognitivos son aquellos prejuicios que nos influyen a la hora de tomar decisiones y en consecuencia, nos llevan a actuar de modo distinto al dictado por la lógica.
En la entrevista que RTVE hace a Daniel Khaneman en su programa El Cazador de Cerebros, podemos tener una idea clara de lo que son.
Pero, ¿En qué medida los sesgos cognitivos influyen en nuestra economía familiar?
Lo hacen en todas y cada una de las decisiones que tomamos con nuestro dinero ya que todas ellas, sin excepción, están influenciadas por nuestras creencias, nuestros valores, las emociones que sentimos e incluso la intuición o el pálpito que tenemos a la hora de tomarlas.
Lo hacen en el qué, en el cómo y en el cuánto. En qué compramos o invertimos con nuestro dinero, en cómo lo gastamos y ahorramos y sobre todo en cuánto gastamos y cuánto ahorramos.
Los sesgos cognitivos no sólo afectan a los grandes inversores o a los gestores de cuentas, nos afectan a todos.
El sesgo de aversión a las pérdidas se pone en marcha cuando se da más más valor al «miedo a perder» que a la «probabilidad de ganar».
Este sesgo afecta a cómo los ahorradores invierten su dinero, y es especialmente latente en aquellos que pese a soportar a día de hoy una inflación superior al 10 %, evitan realizar cualquier inversión tan sólo por el miedo a perder dinero, por poco que éste sea.
Veámoslo con un ejemplo,
Pongamos que tenemos 100.000 € en una cuenta corriente y nos plantean invertir 10.000 € en un Fondo de Inversión de perfil arriesgado que ha dado una rentabilidad del 15 % anual los últimos cinco años. Obviamente invertir en ese fondo implica asumir tanto la probabilidad de ganar como la de perder.
El planteamiento es sencillo. Tenemos 100.000 € de ahorro y hay que decidir entre dejar los 100.000 € en la cuenta y no hacer nada, o mantener 90.000 € e invertir los otros 10.000 € en el fondo.
Si atendemos a los datos tan sólo se trata de ganar o perder hasta 1.500 €, el 1,50 % del total de nuestros ahorros, pero el sesgo de aversión a las pérdidas nos impide ver este 1,50 %, haciendo que sólo pensemos en la posibilidad de perderlo todo.
Al final, si nos dejamos influenciar por nuestro miedo a perder, dejamos pasar la oportunidad de ganar.
Sesgo de Exceso de Confianza
El Sesgo del Exceso de confianza se pone en funcionamiento cuando se cree saber más de lo que realmente se sabe.
Este sesgo afecta al cómo y al cuánto en lo que a inversiones se refiere. Aquellos inversores más arriesgados tienden a pensar que lo saben todo, e invierten mucho más dinero del que sería prudente en inversiones de alto riesgo. Sobrevaloran su conocimiento y experiencia e infravaloran los riesgos.
El aumento de la inversión en criptodivisas por parte de personas que no tienen unos mínimos conocimientos financieros es claro ejemplo de ello, aunque en este caso también hay muchos otros sesgos cognitivos que tiran fuerte de este carro.
Y aunque la influencia de este sesgo pueda ser cosa del ego, ésta puede tener implicaciones a nivel mundial, tal y como sucedió en septiembre del 2008 con la caída de Lehman Brothers – el cuarto banco de inversión de EE.UU.- debida principalmente a la fuerte inversión en hipotecas subprime que sus gestores llevaron a cabo a partir del año 2000, infravalorando los riesgos y sobre ponderando su exposición a los mismos.
Sesgo de Ilusión de control
El sesgo de ilusión de control aparece cuando creemos que dominamos una situación e incluso, que podemos influir en ella.
Al igual que el sesgo de exceso de confianza el de ilusión de control puede hacer que los inversores asuman riesgos innecesarios e incluso que se endeuden por encima de sus posibilidades.
Pensemos en ese inversor que tras tener algunos aciertos con la compra de acciones de una empresa, acaba operando exclusivamente con ella, cuando el sentido de la prudencia nos dice que no es bueno colocar todos los huevos en la misma cesta. La experiencia que tiene con esas acciones le lleva a creer que es capaz de controlar la evolución de los mercados, y nada más lejos de la realidad.
¿Cuántos ahorradores con pequeñas carteras de valores tienen realmente diversificadas las mismas? ¿Acaso no se limitan a unas pocas acciones «que ya conocen»?.
Y qué decir de aquellos consumidores que entran en una espiral de gasto innecesario, haciendo un uso excesivo de tarjetas de crédito y micro préstamos; se endeudan por encima de sus posibilidades creyendo que controlan una situación que en realidad les controla a ellos.
Sesgo de confirmación
El sesgo de confirmación se da cuando sólo atendemos a aquella información que encaja con lo que nosotros pensamos, evitando así el pensamiento crítico.
No se trata tanto de tener siempre la razón, sino de ver sólo aquellas opiniones que encajan con la nuestra.
Pongamos que somos un inversor con una gran aversión al riesgo y creemos que metiendo dinero en bolsa podemos llegar a perderlo todo, si en la tv se habla de que viene una gran crisis financiera, que el riesgo es tremendo y justo echan un documental del crack del 29, no haremos ni caso a otras opiniones y seguramente afianzaremos aún más nuestra postura.
Por contra, si creemos que la inversión en bitcoins es una gran oportunidad y creemos que si compramos unas cuantas criptodivisas nos vamos a forrar, es posible que al buscar información solo demos valor a los casos de éxito, obviando el resto y los riesgos que ello conlleva.
Sesgo de Anclaje
El sesgo de Anclaje aparece cuando se hace más caso a la información que recibimos en primer lugar, que a la posterior.
Pongamos por caso que nos ofrecen invertir en un fondo garantizado de renta fija. El sesgo de anclaje hace que escuchemos primero lo de «garantizado», dando mucha más importancia a este hecho que a lo demás. Y no es lo mismo que el fondo invierta en renta fija a que lo haga en renta variable, pero esta información se queda fijada en nuestra mente condicionando nuestra toma de decisiones.
Del mismo modo si queremos invertir en las acciones de una empresa y nos dicen que la acción llegó a estar a 15 € hace tres años y ahora está a 5 €, esos 15 € se quedarán anclados en nuestro subconsciente de tal modo que aunque luego nos digan que puede caer hasta 2 €, seguiremos pensando que podemos ganarle 10 €.
Sesgo de Autoridad
El sesgo de autoridad toma el control cuando se le da mayor importancia a lo que diga una persona de nuestra confianza que a los hechos u opiniones de expertos en la materia.
Este sesgo bien podría llamarse el «sesgo del cuñado» porque es muy frecuente que un ahorrador no experimentado dé mayor importancia a lo que le diga un familiar o amigo cercano respecto a una posible inversión, que a lo que le muestre un asesor experimentado.
De hecho, que estafas tan conocidas como las de Fórum Filatélico y Afinsa tuvieran un impacto tan grande fue debido en gran medida a este sesgo, ya que las estafas piramidales se nutren principalmente de la influencia que los primeros inversores ejerce sobre los siguientes, generalmente familiares y amigos que se deciden a entrar en estas inversiones porque éstos ya lo han hecho.
Efecto Halo
El Efecto halo es la tendencia a juzgar a una persona o institución en función de una cualidad que ésta tenga.
Este juicio o «prejuicio» puede ser tanto positivo como negativo, ya que depende de la cualidad y de la persona o empresa en cuestión.
Un caso muy claro es el de Andrés Iniesta, que promocionaba la inversión en criptodivisas a través de la plataforma Binance sin advertir de sus riesgos, lo que le supuso una llamada de atención por parte de la CNMV. Si las personas ven en él una cualidad que admiran, se sentirán más atraídos a hacer lo que él hace y por tanto, asumirán riesgos que quizás de otro modo no asumirían.
En el lado contrario nos encontramos a muchos asesores financieros que trabajan en banca, y que por el mero hecho de hacerlo se enfrentan a críticas y juicios de valor muy superiores a aquellos otros que no lo hacen. La banca de particulares ha sufrido una gran pérdida de credibilidad por parte de la sociedad durante los últimos años y por ende, una cualidad como el lugar de trabajo puede influir en la decisión de un inversor.
Sesgo de la prueba social
Este sesgo consiste en tomar las mismas decisiones que ya han tomado muchos otros, es decir, en hacer lo mismo que hacen los demás.
El sesgo de la prueba social tiene mucha importancia en inversiones en bolsa ya que muchas personas compran acciones de empresas que cotizan en el IBEX 35, es decir, aquellas cuya liquidez y capitalización bursátil es mayor, porque entienden que en cierto modo representan a la opinión pública.
Cuando algunos medios económicos publican informes sobre los fondos de inversión «más vendidos», es frecuente que suba el número de sus partícipes, ya que muchos se dejan arrastrar por lo que hace la mayoría. De este modo evitan tomar decisiones por sí solos y en cierto modo, si se equivocan, achacarán el error a dichos medios.
Sesgo de descuento hiperbólico
Este sesgo es el que hace honor al refrán «más vale pájaro en mano que ciento volando», ya que significa que se le da mucho más valor a lo que tenemos hoy que a lo que podríamos recibir mañana.
Tal y como anuncia la película El test de Dani de la Orden, ¿Qué es mejor? ¿100.000 € hoy o 1.000.000 € dentro de diez años?. Éste es el quiz de la cuestión.
Y su impacto sobre las inversiones es muy relevante ya que a causa de él el horizonte temporal, una de las variables más importantes que hay que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones de inversión, pierde todo su atractivo, ya que no sólo hace que se tomen decisiones de inversión sin tenerlo en cuenta, que ya es mucho, sino que provoca que en numerosas ocasiones los inversiones cancelen anticipadamente inversiones que ya están activas, cambiando a última hora toda la planificación que han hecho.
¿Por qué seguramente gran parte de los ahorradores que han colocado su dinero en fondos de inversión estos últimos años, obteniendo en algunos casos beneficios significativos, ante la creciente subida de tipos de interés sacarán su dinero para colocarlo de nuevo en depósitos a plazo fijo que no superen el 1 %?
Por miedo, seguridad, incertidumbre y sesgo de descuento hiperbólico…
Efecto miopía
El efecto miopía se produce cuando habiendo optado por hacer una inversión a medio o largo plazo, estamos constantementevigilándolay lo hacemos tan a menudo que acabamos cambiando nuestras decisiones de inversión influenciados por las noticias del momento, perdiendo así la perspectiva inicial.
Se da un efecto miopía porque se ve muy bien de cerca (el corto plazo) pero tan bien de lejos (el medio o largo plazo).
Si juntamos el sesgo de aversión a las pérdidas con el efecto miopía, en entornos de elevada volatilidad estaremos tan pendientes de la evolución de nuestra inversión que probablemente la cancelaremos antes de tiempo, aun cuando ésta esté destinada a producir una buena rentabilidad.
Aunque para tratar de vencer a este sesgo no hay que dejar de mirar cómo va nuestro dinero, sino hacerlo con la frecuencia adecuada. Y si en entornos de elevada volatilidad asumimos riesgos con los que no estamos cómodos, hay que pararse y revisar el perfil de riesgo, que junto al horizonte temporal será siempre nuestro mejor guía.
Las finanzas conductuales y el conocimiento de los sesgos cognitivos nos ayudan a pensar un poco más, para poder tomar decisiones más acertadas y sobre todo, de forma consciente.
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Para responder a la pregunta ¿Qué son los productos derivados? no basta con decir que son instrumentos financieros cuyo valor deriva de la evolución de los precios de otro activo denominado “activo subyacente” porque, francamente, el concepto se las trae, aunque si pensamos en ellos como operaciones «a plazo» en las que el «bien» se entrega más adelante, nos podemos ir haciendo una idea.
Supongamos que dentro de 1 año nos vamos a jubilar y con el dinero que saquemos de nuestro plan de pensiones queremos cumplir nuestro sueño: comprarnos un apartamento en la playa.
Como somos gente previsora nos cogemos un fin de semana y nos vamos a la costa a visitar agencias inmobiliarias y, como estamos de suerte, encontramos el apartamento ideal por 350.000 €.
¿Qué podemos hacer?
Opción 1.- Comprar ya
El apartamento nos encanta, el precio nos parece perfecto y queremos comprarlo ya, pero como no tenemos el dinero disponible todavía, tenemos que pedir un préstamo a cuenta del cobro del plan de pensiones, asumiendo un coste por ello.
Esta opción, por sencilla que sea, nos obliga a endeudarnos pese a tener el dinero, aunque si no lo compramos ahora, el año que viene puede que valga más o, peor aún, que lo hayan vendido.
Opción 2.- Comprar más adelante
Podríamos acordar con el dueño del apartamento una compra aplazada, firmando un contrato en el que a cambio de una señal -pongámonos que de 20.000 €- nos lo reserve durante este tiempo.
Esta opción es muy interesante ya que no necesitamos tener todo el dinero ahora, nos garantizamos la compra del apartamento por el precio que nos interesa y cubrimos el riesgo de que lo venda o que más adelante valga más.
Como podemos ver, es sencillamente una operación de compra a plazo.
Opción 3.- Y si además…
El caso es que pese a estar convencidos de la compra, nos preocupa que durante este tiempo nos pueda surgir algún problema, así que lo hablamos con el dueño y le pedimos que nos permita pasarle el contrato de compra a un tercero, por si al final preferimos no hacerlo.
Es algo inusual en este tipo de operaciones pero la verdad es que el dueño accede, y nos permite negociar una cláusula en la que si por algún motivo no queremos el apartamento y encontramos otro comprador, sea éste quien lo compre.
Secreto: La verdad es que el propietario cree que el mercado inmobiliario va a bajar y prefiere garantizarse ya la venta, así que lo mismo le da vendérnoslo a nosotros que a otro.
¡Voila! Ya tenemos un «derivado»
Un producto derivado es un instrumento financiero que toma como referencia un activo, al que se denomina activo subyacente, que se negocia en un mercado al contado, y cuyos términos se fijan hoy, aunque la transacción se realiza en una fecha futura.
En nuestro ejemplo podríamos interpretar que el «contrato de compra venta» es el «producto derivado», y como podemos ver, éste toma como referencia un «activo», «el apartamento». El activo puede negociarse hoy en día en un «mercado al contado», «el mercado inmobiliario», y aunque los «términos de la compra» los hemos fijado «hoy», la idea es «adquirirlo en un futuro».
Pese a que no existe hoy en día un producto derivado que tome como referencia un inmueble, para entender la idea de lo que es, este ejemplo es perfectamente válido.
Ahora cambiemos el apartamento por unas acciones de bolsa, tipos de interés, materias primas, divisas… y tendremos lo que se conoce por un derivado financiero.
¿Para qué se usan los derivados?
El uso de los derivados es más variado de lo que a priori pueda parecer,
Como hemos podido ver en el ejemplo los derivados sirven para resolver situaciones de incertidumbre sobre el precio de un activo, intercambiando el riesgo entre los diferentes agentes financieros.
Al comprar el apartamento nos protegemos ante la posibilidad de que luego no esté disponible o de que su precio suba. De igual modo, el propietario se protege ante la posibilidad de que su precio baje.
Para especular
Una de las características más importantes de los derivados es que a cambio de una cuantía muy inferior al valor real del activo, se puede adquirir el derecho a comprarlo sin necesidad de pagar ahora su precio de mercado.
Volvamos a nuestro ejemplo,
Hemos pagado 20.000 € por tener el derecho a comprar un apartamento por 350.000 € dentro de un año. Supongamos que a los seis meses el mercado inmobiliario sube y nuestro apartamento vale 400.000 €. ¿Por qué no poner a la venta nuestro «derecho de compra»?
Si vendemos nuestro derecho de compra por 30.000 €, habremos ganado 10.000 € invirtiendo tan sólo 20.000 €, lo que nos da una rentabilidad de un 50 %.
Si hubiéramos comprado el apartamento hace seis meses habríamos pagado 350.000 €, y aunque luego lo hubiéramos vendido por 400.000 € obteniendo 50.000 € de beneficio, nuestra rentabilidad hubiera sido muy inferior, un 14,28 %.
Veámoslo ahora con acciones,
Supongamos que las acciones de Mi pequeño Ahorrador S.A. cotizan en el mercado a 15€, y que las opciones de compra sobre estas acciones cotizan a 1 €, con fecha de ejecución a 3 meses y precio de compra por 17 €.
Para comprar 10.000 acciones de Mi pequeño Ahorrador S.A. en el mercado al contado tendremos que invertir 150.000 € aunque si pensamos que las acciones van a subir, podemos acudir al mercado de derivados y comprar las opciones de compra pagando tan solo 10.000 €.
Si las acciones suben dentro de 3 meses a 20 €, nuestro coste habrá sido de 180.000 € (10.000 € por las opciones y 170.000 € por la compra) pudiendo venderlas ahora en el mercado al contado por 200.000 €, obteniendo así un beneficio de 30.000 €, es decir, un 16,67 % de rentabilidad.
Obviamente puede darse el caso de que las acciones no suban y que dentro de 3 meses coticen a 11 €. De comprarlas en el mercado al contado nuestra pérdida hubiera sido de 40.000 € (150.000 € – 110.000 €), sin embargo gracias a los derivados podemos no ejercer nuestro derecho de compra limitando nuestras pérdidas a tan sólo 10.000 €.
Como podemos ver, con 10.000 € de inversión hemos apostado por ganar 30.000 € limitando nuestras pérdidas a 10.000 €. De ahí el juego de la especulación.
Como arbitraje
Los arbitrajistas operan con derivados con la intención de aprovechar cualquier desajuste de precios en los mercados, realizando operaciones de compra y de venta de un activo prácticamente a la vez.
Supongamos que las acciones de la compañía Mi pequeño Ahorrador S.A. cotizan en España a 10 €, pero en EE.UU lo hacen a 12 €, un arbitrajista podría utilizar los derivados para comprar las acciones en España y venderlas en EE.UU., sacando un beneficio por ello, sin llegar a desembolsar el importe de la compra en ningún momento.
En todo caso, este tipo de prácticas en derivados es más propio de los grandes profesionales, lo que no quita que hoy en día, gracias a la digitalización, estén al alcance de cualquiera.
Tipos de derivados
Los productos derivados se pueden clasificar por tipo de contrato:
Forwards u Operaciones a plazo
Futuros
Opciones
Swaps
Los Forwards u Operaciones a plazo obligan a cerrar la compra o la venta del activo, se negocian en mercados no organizados y se suelen hacer sobre tipos de interés, seguros de cambio y deuda pública.
Los Futuros también obligan a cerrar la operación de compra o de venta, pero a diferencia de los forwards se negocian en mercados organizados. Existen futuros sobre índices, acciones, tipos de interés y materias primas.
Las opciones, a diferencia de los futuros y los forward, permiten que no se ejecute la orden a su vencimiento a cambio de una comisión (recordemos nuestro apartamento) y en los mercados financieros es habitual la negociación de opciones sobre acciones, índices, deuda, tipos de interés o contratos de futuros.
Los Swaps o también conocidos como permutas financieras son contratos en los que se intercambian flujos económicos ya que liquidan por diferencias. Se hacen sobre tipos de interés y divisas principalmente, aunque también los hay sobre materias primas.
Los derivados se negocian en dos mercados, los mercados organizados y los no organizados, tal que los primeros son mercados regulados y los otros no tanto.
En los mercados organizados:
Los contratos de derivados son estandarizados: el importe, el activo, la fecha de vencimiento… son los mismos para todos.
Se exige un depósito de garantía
Liquidan diariamente las pérdidas y ganancias
Tienen una cámara de compensación: una especie de guardia que garantiza que todo se haga bien y que asume la responsabilidad de la compra y la venta
Por contra, los mercados no organizados u OTC:
Suelen cerrar contratos «a medida»
No exigen depósito de garantía
No tienen cámara de compensación: lo que implica que tiene riesgo de crédito (incumplimiento).
En España el mercado organizado de derivados es el MEFF Sociedad Rectora del Mercado de Productos Derivados S. A. U., en el que se negocian opciones y futuros sobre el IBEX, sobre acciones y dividendos, y sobre el Bono español a 10 años.
Existen contratos de derivados sobre materias primas, metales, energía, divisas, acciones e índices bursátiles, tipos de interés, deuda pública, la inflación, la morosidad e incluso sobre variables climatológicas, porque si hay un riesgo, es posible que se cree un derivado.
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Si estás valorando la posibilidad de pasar a la acción e invertir algo en La Bolsa, bien porque te ha picado el gusanillo, bien porque la posibilidad de obtener un buen interés dejando tu dinero en una Cuenta de Ahorro, a Plazo Fijo o en algún Fondo de Inversión de Renta Fija es escasa, quizás te preguntes: Y eso de la Renta Variable, ¿Qué es?.
La Renta Variable es aquella inversión en la cual ni el dinero que se invierte ni la rentabilidad están garantizados, y además, no se conocen a priori.
Es decir, que cuando invertimos nuestro dinero en Renta Variable no sabemos si vamos a ganar o si vamos a perder.
En términos de Inversión
Renta Variable:Instrumento financiero cuya rentabilidad no está definida de antemano, sino que depende de distintos factores entre los que destacan los beneficios obtenidos y las expectativas de negocio de la sociedad emisora. En general no tienen plazo de vencimiento predeterminado. Los valores de renta variable más representativos son las acciones.
Fuente: CNMV
En este caso hablamos de un producto financiero cuya rentabilidad no está garantizada y con el que puedes ganar o perder.
Tanto monta, monta tanto…
La Bolsa
Aunque la Renta Variable se confunde normalmente con La Bolsa, esto no es del todo correcto, ya que La Bolsa es sencillamente «el mercado», es decir, el lugar donde se comercializan productos financieros.
Como en cualquier mercado los vendedores (las empresas) ponen a la venta sus productos (productos financieros) para que los compradores que lo deseen (los ahorradores e instituciones) los adquieran, y como cualquier mercado se rige por la ley de la oferta y la demanda, de modo que el precio de estos productos depende de que se pongan de acuerdo unos y otros.
Y aunque podamos pensar que en La Bolsa sólo se compran y se venden acciones tampoco es cierto, ya que también se compran y venden obligaciones, bonos, fondos de inversión, ETF´s y otros productos financieros.
En todo caso lo habitual es que cuando se habla de «La Bolsa» o de «invertir en Bolsa» en realidad se está hablando de «La Bolsa de Valores» y de «comprar acciones» ya que éstas son el productos financiero de renta variable por excelencia.
Lo que nos lleva a preguntarnos,
¿Qué son las acciones?
Las acciones son un título de propiedad de una empresa, de modo que cuando un inversor compra acciones de una empresa compra una parte de la misma, convirtiéndose en socio o, lo que es lo mismo, en accionista.
Acción: Las acciones representan una parte proporcional del capital social de una sociedad; por tanto, los accionistas son copropietarios de las empresas en proporción a su participación. Son valores participativos negociables y libremente transmisibles.
Fuente: CNMV
Supongamos que el capital de una empresa es como una gran pizza que se divide en miles de porciones. Si compras una porción eres propietario de una parte de la pizza, es decir, eres dueño de una parte de la empresa.
Al ser socio de la empresa ésta no tiene ninguna obligación de devolverte el dinero de las acciones que tú le has comprado, pero sí de hacerte partícipe de los beneficios que obtenga en el ejercicio de su actividad si así lo decide. En el caso de que lo haga cobrarás lo que se conoce por dividendos.
Además, como dueño de estas acciones puedes ponerlas a la venta cuando quieras, de modo que si encuentras a alguien interesado en ellas podrán pasar dos cosas: que las vendas por menos de lo que te costaron, con lo que obtendrás pérdidas (minusvalías), o que las vendas por más de lo que te costaron, obteniendo así beneficios (plusvalías).
Aquí está el quid de la cuestión: Comprar acciones para obtener beneficios mediante el cobro de dividendos y/o mediante su venta posterior, asumiendo el riesgo de que esto no pase.
Aunque no podemos obviar los casos en los que un inversor simplemente compra acciones para tener un patrimonio financiero, es decir, sin intención de deshacerse de ellas a corto plazo.
¿Cómo invertir en Renta Variable?
Si queremos invertir en Renta Variable podemos hacerlo de varias formas:
Para comprar acciones debemos acudir a un intermediario financiero (entidad autorizada por la CNMV), abrir una Cuenta de Valores y operar -comprar y vender- a través de ella.
En este caso tendremos gran poder de decisión ya que escogeremos las empresas en las que queremos invertir así como el precio que estamos dispuestos a pagar y, con suerte, también al que queremos vender. Además cobraremos los dividendos si la empresa los reparte.
Sin embargo la compra directa de acciones implica invertir mucho más dinero, asumiendo por tanto un mayor riesgo y, pese a que vivimos en un mundo globalizado, si no somos inversores especializados quizás nos limitemos tan sólo a acciones de empresas que cotizen en la Bolsa Española, ya que acceder a Bolsas Internacionales nos resultará mucho más complicado.
En última instancia nos veremos obligados a prestar más atención a nuestras acciones, a estudiar la empresa, ver cómo evoluciona, estar al día de las noticias… aunque a cambio también podremos vivir la experiencia con mayor intensidad.
Invertir en Fondos de Inversión de Renta Variable
Otro modo de invertir en Renta Variable es hacerlo a través de fondos que a su vez inviertan en acciones.
En este caso nuestro poder de decisión se limitará a escoger el fondo que queremos y decidir cuándo compramos participaciones y cuándo las vendemos.
Hacerlo a través de fondos nos permitirá destinar una menor cantidad de dinero ya que muchos tienen una inversión mínima muy pequeña. Además podremos acceder a mercados internacionales, ya que hay fondos de renta variable que invierten en empresas de diferentes países. Eso sí, ya no seremos accionistas de la empresa, ya que la propiedad de las acciones pasa directamente al fondo, no a nosotros, así que no cobraremos dividendos si la empresa los reparte.
Por otra parte, quizás la más importante, no nos veremos obligados a prestar una atención minuciosa a las empresas en las que invirtamos porque serán los gestores del fondo quienes lo hagan. Aunque como buenos inversores convendría revisar nuestros fondos cada cierto tiempo.
Contratar un Servicio de Gestión de Cartera de Valores
Si no nos apetece comprar y vender acciones por nuestra cuenta, ni tampoco apostar por los fondos de inversión, siempre nos queda la opción de contratar un Servicio de Inversión especializado en Valores que gestione la compra-venta de acciones en nuestro nombre. A esto se le conoce por Gestión de Carteras.
La mayor parte de entidades autorizadas ofrecen Servicios Discrecionales de Gestión de Carteras, entre las que se encuentran las Carteras de Valores, es decir, aquellas que invierten únicamente en acciones.
La diferencia es que para acceder a este servicio lo habitual es que tengamos que destinar una cuantía de dinero elevada, ya que no suelen estar disponibles para cantidades muy pequeñas -aunque cada vez el listón está más bajo.
Por otra parte hay que considerar que este servicio no es gratuito, ya que la entidad suele cobrar una comisión de gestión y en algunos casos hasta una comisión de éxito, aunque también es cierto que compensa un poco porque aplican menores comisiones de compra-venta.
Si accedemos al mercado de Renta Variable a través de un servicio de inversión de Valores tendremos, al igual que en los fondos de inversión, profesionales que estudien los mercados, las empresas y la economía en general, siendo ellos quienes tomen la decisión de comprar y vender las acciones en cualquier momento, sin embargo en este caso sí que seremos accionistas de la empresa, teniendo derecho por tanto a percibir los dividendos que se repartan.
A cambio la entidad que preste este servicio nos remitirá de forma periódica un informe sobre cómo van nuestras acciones, sobre las operaciones que ha hecho, el cobro de dividendos e incluso su implicación fiscal.
Conclusión
En toda inversión se da una regla de oro: a mayor rentabilidad, mayor riesgo, y por contra, a menor rentabilidad, menor riesgo.
La Renta Variable es una inversión de riesgo elevada que por otra parte ofrece mejor rentabilidad que otras alternativas para colocar nuestros ahorros. Hoy en día está al alcance de cualquiera, lo que no quita que prestemos atención, seamos inversores responsables y aprendamos un poco sobre el tema.
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Los ETF´s o Exchange Traded Funds son Fondos de Inversión que al igual que las acciones, se compran y se venden en La Bolsa.
IIC cuya política de inversión consiste en replicar un índice o una cesta de valores. Su mayor particularidad reside en que no es la gestora quien compra o vende las participaciones, sino que el inversor puede adquirirlas a través de las Bolsas de valores. Se negocian en tiempo real, a través de un segmento especial de negociación que, entre otros aspectos, permite el cálculo y la difusión de un valor liquidativo estimado a lo largo de la sesión de contratación.
Ambos son Instituciones de Inversión Colectiva, es decir, patrimonios formados por participaciones que pertenecen a una gran cantidad de ahorradores (conocidos como partícipes), gestionados por una Sociedad Gestora, custodiados por una Sociedad Depositaria y donde los beneficios y/o pérdidas se reparten entre todos.
Gestión
Los ETF´s son similares a los Fondos de Inversión indexados o de gestión pasiva, ya que su objetivo es copiar el comportamiento de un índice bursátil, ya sea de renta fija, de renta variable, de materias primas o de divisas. (IBEX 35, el Eurostoxx 50, el Nasdaq 100…).
¿En qué se diferencian los ETF´s o Exchange Traded Funds y los Fondos de Inversión?
Entre un ETF y un Fondo de Inversión hay varias diferencias:
Un ETF tiene como objetivo copiar el comportamiento de un índice bursátil, sin embargo no todos los fondos de inversión lo tienen.
Mercado
Ls ETF´s se compran y se venden directamente en La Bolsa, mientras que los fondos se suscriben o se reembolsan a través de la gestora.
Precio
En los ETF’s el precio de compra o de venta se obtiene en el momento, al igual que las acciones, sin embargo con los fondos se debe esperar al fin del día para conocer con exactitud el valor de liquidación de las participaciones.
Al comprar un ETF existe la posibilidad de recibir dividendos, sin embargo en un fondo de inversión, si los hay, lo habitual es que se reinviertan.
Información
La obligación de informar al inversor sobre los detalles del fondo antes de la compra, es menor en un ETF que en un Fondo de Inversión ya que éste no precisa la entrega ni del folleto DFI (Datos Fundamentales para el Inversor) ni del último informe semestral.
Comisiones y Gastos
Los ETF´s pagan las mismas comisiones de gestión y de depositaría que los fondos, aunque suelen ser menores a las de éstos, pero por añadidura tienen gastos bursátiles de compra-venta que no tienen los fondos.
Fiscalidad
El cambio de un ETF por otro pasa obligatoriamente por vender uno y comprar el otro, de modo que se tiene que declarar el beneficio o la pérdida obtenidos, sin embargo, una de las principales ventajas de los fondos es que se puede cambiar de fondo sin tributar por ello.
Conclusión
Los ETF son fondos de inversión que replican el comportamiento de un índice bursátil y además funcionan como las acciones: se compran en La Bolsa, el precio se obtiene en el momento, se pagan gastos de compra-venta y se tributa por la transmisión.
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Quien más quien menos ha tenido que hacer recientemente lo que la normativa MIFID II define como el Test de Idoneidad, o lo que es lo mismo, un cuestionario más o menos elaborado a través del cual se determina el perfil de inversión y se evalúa la conveniencia o no de contratar determinados productos financieros para un ahorrador.
La normativa MIFID II persigue la protección al inversor como uno de sus grandes objetivos, motivo por el cual ha regulado el modo en el que los asesores financieros deben trabajar, más concretamente, en lo que se refiere a su capacidad para ofrecer alternativas de inversión que realmente sean «adecuadas» para sus clientes.
El Test de Idoneidad sirve para que tu asesor financiero conozca de antemano cuáles son tus características como futuro inversor, y de este modo sea capaz de ofrecerte exclusivamente aquellos productos financieros que estén dentro de tu perfil. Es decir, para fabricarte un traje a medida en materia de inversión.
Por otra parte, sirve también para proteger tus intereses como ahorrador, ya que el resultado de tu test determinará qué inversiones puedes y qué inversiones no puedes hacer.
Si es uno mismo quien está operando – bien a través de una plataforma de banca a distancia, una App o por teléfono- no será necesario hacer el test de Idoneidad, ya que no hay asesoramiento, el riesgo que corres o no al hacer la inversión es cosa tuya. El Test de Idoneidad sólo será necesario cuando se vaya a prestar un Servicio de Asesoramiento o a contratar un Servicio de Gestión de Carteras.
¿Qué preguntas se hacen en un Test de Idoneidad?
Las preguntas habituales que se hacen en un Test de Idoneidad son sobre tres temas concretos:
Las preguntas sobre El objetivo de la inversión sirven para determinar la finalidad de la inversión, la cuantía que se quiere invertir, el período durante el cual se desea mantener y la disposición y perfil de riesgo.
Habrá ahorradores que quieran invertir sus ahorros para tener un colchoncito cuando se jubilen, otros para utilizarlos más adelante con la intención de comprar una vivienda y otros simplemente por diversificar sus ahorros o, lo que es lo mismo, para no tener todos los huevos en la misma cesta.
También habrá quienes deseen invertir tan sólo por un año, otros por tres y quienes deseen hacerlo de manera indefinida. Algunos solicitarán asesoramiento para 10.000 €, otros para 50.000 € y los habrá que lo harán para invertir más de 200.000 €. Y dentro de todos estos casos habrá ahorradores conservadores, moderados o muy arriesgados.
Como podemos ver cada inversor es él y sus circunstancias, de modo que al realizar el cuestionario permitiremos al asesor que disponga de la información necesaria para poder aconsejarnos un producto de inversión a nuestra medida.
Situación financiera
Las preguntas sobre la Situación Financiera sirven para conocer el patrimonio del inversor (incluyendo ahorros y deudas), sus ingresos actuales y su situación personal y familiar.
Quizás sea éste el apartado más delicado, por ser ésta información confidencial, pero no se trata de indicar al «Banco X» lo que tenemos en el «Banco Y», sino de aportar a nuestro asesor financiero una información veraz y global en cuanto a nuestra situación.
Es importante que éste sepa si nuestro patrimonio económico se fundamenta en ladrillo (casa, apartamentos, plazas de garaje…) o en dinero (planes de pensiones, fondos de inversión, acciones…), si tenemos deudas (hipoteca, préstamo para el coche…), si nuestros ingresos son estables (nómina, alquileres, prestaciones sociales…) o tenemos cargas familiares.
Es lógico pensar que el traje no será el mismo para una viuda de 80 años con un patrimonio elevado y sin deudas, que para una familia joven con tres niños y una hipoteca, aunque ambos deseen invertir la misma cantidad de dinero, en el mismo plazo, y con el mismo perfil de riesgo.
Experiencia y Conocimientos
Las preguntas sobre experiencia y conocimientos sirven para indicar los tipos de operaciones, productos financieros y servicios que se conocen, así como el nivel de estudios, profesión y transacciones anteriores.
Igualmente a la hora de prestar un asesoramiento adecuado deberemos responder a cuestiones tan importantes como nuestro nivel de estudios, nuestra experiencia en los mercados financieros, a qué nos dedicamos y qué sabemos de estos temas. Aquí se evalúan nuestros conocimientos sobre educación financiera (leymotiv de este blog).
Estas cuestiones son fundamentales para establecer el perfil de riesgo que tenemos como inversor, absolutamente necesario para la toma de decisiones.
¿Qué implica el resultado del Test de Idoneidad?
Y una vez hecho el test, ¿Cuál es el resultado? ¿Qué Implica?
El resultado del Test de Idoneidad determina principalmente el perfil de riesgo que se tiene como inversor, esto es, indica si se es un inversor conservador, moderado, arriesgado o muy arriesgado, y por tanto si se es «apto» o «no apto» para la contratación de determinados productos financieros.
Aquí es donde realmente se ve el valor del cuestionario, ya que si uno ha dado en el test un resultado de perfil de riesgo «conservador», exclusivamente podrá contratar productos cuyo perfil de riesgo sea «conservador», no siendo posible hacerlo con productos de mayor riesgo.
Sólo se podrán contratar productos cuyo perfil de riesgo sea igual o inferior al resultado del test.
Evidentemente el resultado del test puede variar, ya que la experiencia y disposición de cada uno es diferente en cada momento. Hoy quizás seamos ávidos inversores deseosos de que correr riesgos para ganar dinero, mañana quizás nos volvamos más moderados. En todo caso será el último resultado obtenido en el Test de Idoneidad el que se tenga en cuenta a la hora del asesoramiento.
Conclusión
El Test de Idoneidad es un cuestionario que sirve para delimitar nuestro perfil de inversor, es decir, el máximo riesgo que estamos dispuestos a asumir a la hora de valorar alternativas de inversión para nuestros ahorros.
Existe la obligación de hacerlo cuando nos vayan a prestar un servicio de asesoramiento o deseemos contratar un servicio de gestión de carteras.
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En los últimos años los ahorradores conservadores, acostumbrados a invertir su dinero únicamente en depósitos y seguros de ahorro, se han visto obligados a contratar productos financieros de mayor riesgo para sacar un beneficio a su dinero. A través de fondos de inversión, depósitos estructurados, valores y otras alternativas, han entrado casi sin darse cuenta en los grandes mercados financieros.
Los Mercados Financieros son espacios (físicos o virtuales) donde se intercambian activos o instrumentos financieros.
Es decir, son lugares (físicos y virtuales) donde se compran y venden productos, en este caso «productos financieros». Son similares a un mercado de abastos en el que se compra y se vende verdura, carne y pescado, solo que en éstos se comercializan otro tipo de productos.
Los Productos Financieros o Activos Financieros son títulos o anotaciones contables que confieren al comprador un derecho (un activo) a recibir un ingreso, y por contra, para el emisor son una obligación (un pasivo) de abonar una deuda.
En realidad un Activo Financiero es un producto normal y corriente, lo mismo que una barra de pan, un kilo de fruta o una pieza de cordero. La diferencia está en que el primero se compra y se vende en un mercado financiero, y el otro en un mercado tradicional.
Del mismo modo un mercado financiero es similar a un mercado tradicional, solo que en el primero se intercambia DINERO y en el segundo BIENES y PRODUCTOS DE CONSUMO.
¿Para qué sirven los Mercados Financieros?
Los mercados financieros tienen principalmente las siguientes funciones:
1.- Poner en contacto a los agentes económicos
2. – Fijar los precios de los activos financieros
3.- Dotar de liquidez a los activos financieros
4.- Reducir los plazos y costes
En realidad sirven principalmente para que aquellos que tienen dinero –los ahorradores– lo puedan ofrecer a aquellos que lo necesitan –Empresas, Administraciones Públicas, Bancos y Entidades Financieras-. Unos quieren ganar algo por su dinero, otros lo necesitan para pagar sus gastos y sus inversiones así que entre ambos acuerdan un precio y como el volumen que se negocia es elevado, la liquidez, los plazos y los costes resultan eficientes.
⇒ Pongamos un ejemplo:Una empresa necesita dinero para ampliar sus plantas de producción y para cubrir esta necesidad decide emitir acciones en bolsa.
La bolsa sería el mercado financiero, las acciones el activo financiero, la empresa y los ahorradores los agentes económicos, y el coste de comprar estas acciones sería el precio que estaría determinado por la oferta y la demanda.
Como podemos intuir La Bolsa es un gran mercado financiero, aunque no el único.
¿Qué se compra y se vende en los Mercados Financieros?
En los mercados financieros se compran y se venden los siguientes productos:
Productos de Renta Fija: Deuda Pública, Pagarés de Empresa, Bonos, Obligaciones, Participaciones Preferentes, Títulos hipotecarios.
Productos de Renta Variable: acciones, derechos de suscripción preferentes, ETF´s
Cada uno se compra y se vende en un mercado financiero diferente. La Renta Fija en el AIAF y el MARF, la Renta Variable en las diferentes Bolsas Españolas, en el Latibex y el MAB, las divisas en un mercado no organizado que se llama FOREX, las materias primas en diferentes mercados internacionales como la Bolsa de Metales de Londres, el DCE en China y el CBOT de EE.UU. entre otros, y los derivados en el MEFF.
Todos ellos son mercados muy especializados donde un pequeño ahorrador no puede operar «por su cuenta», así que si quiere comprar Deuda Pública, acciones, divisas, invertir en oro o comprar futuros sobre el IBEX´35 debe hacerlo a través de un intermediario financiero, es decir, una empresa o una entidad financiera que preste servicios de inversión.
Por otra parte es muy importante que este intermediario financiero esté validado por la CNMV, ya que de otro modo podría uno estar tratando con un chiringuito financiero y llevarse luego un disgusto. Recordemos el refrán «nadie da duros a cuatro pesetas» así que tratemos de ser prudentes cuando queramos sacarle una buena rentabilidad a nuestros ahorros.
Conclusión
Los mercados financieros son mercados como cualquier otro, con la diferencia de que en ellos se compran y se venden productos financieros y no bienes de consumo. Para invertir en ellos es recomendable tener unos mínimos conocimientos financieros, tratar con un intermediario de confianza, y seleccionar con cuidado el producto que queremos comprar, al igual que lo hacemos en un supermercado tradicional.
Un saludo,
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